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miércoles, 23 de febrero de 2011

El lector-escalera



PROYECTO “GRANADA: CIUDAD DE LECTORES”
Autores: Sergio Rodríguez Caballero y Sandra Torres Montalbán.
Obra: Amor y pedagogía, de Miguel de Unamuno.
Fragmento:
“¡Con qué ansia coge Apolodoro la cama por las noches! Son entonces sus auroras, las fiestas de su alma. Recógese al frescor de las sábanas, acurrucadito, como estuvo, antes de nacer, en el vientre materno, y así, en postura fetal, espera al sueño, al divino sueño, piadoso refugio de su vida y tierra firme en que recobra ganas de vivir. Antes suele leer de alguno de esos libros que le ha dejado Menaguti y que a hurtadillas de su padre se lleva consigo y que esconde bajo la almohada. Al llegar a ciertos pasajes el corazón le martillea, y con la boca entreabierta, respirando anheloso, tiene que suspender durante un momento la lectura. ¿Es que luego sueña? Ni él mismo lo sabe desde que le hizo leer su padre una doctísima obra acerca del sueño, sus causas y sus leyes.”
El lector que recoge el fragmento de Amor y pedagogía, de Miguel de Unamuno, es Apolodoro, un adolescente español, de familia acomodada y cuya misión en la vida es convertirse en un genio. Apolodoro es una especie de experimento de su padre, que, convencido de que a través de la pedagogía y la ciencia se puede llegar a crear un ser maravilloso y genial, se propone llevar a cabo se creencia y convertirla en práctica. Desde que nace, Apolodoro es pues una persona altamente influenciable, débil y acomplejado, ya que su vida gira en torno a su padre y su empeño pedagógico.
Cuando Apolodoro conoce a Menaguti, un poeta de su pueblo, empieza su afición por la lectura. Como el fragmento recoge, Apolodoro lee de noche, en su cama, y a escondidas de su padre, para el cual la literatura está totalmente fuera de los recursos necesarios para la formación de un genio. Apolodoro lee poemas de amor, sin demasiada calidad pero si contenido. Estas lecturas coinciden con la época en que Apolodoro comienza a fijarse en las muchachas de su entorno.
Claramente, para Apolodoro la lectura es evasión, una forma de escapar del discurso pedagógico que es su vida, de la ciencia y las matemáticas. Además, la poesía hace que Apolodoro se encuentre con el amor, algo que no conocía, y le sirve también para crear y conocer su identidad.
El lugar que hemos escogido para situar a nuestro lector es un espacio que se sitúa en Camino de Ronda, enfrente del antiguo Estadio de la Juventud. Es una zona de paso, con una acera ancha, con vistas a la estación de tren y una panorámica que abarca Sierra Nevada, la Alhambra y el Albaycín. Hemos escogido esta zona por su implicación con la ciudad, ya que es un lugar muy transitado; además, las vistas a las vías del tren nos abren caminos relacionados con nuestro lector.
Apolodoro se enmarcaría dentro del “lector escalera”, ya que mediante la lectura de poemas de amor se escapa del control paterno y se sale de la norma que él le ha establecido, escala y explora un mundo nuevo, sube peldaños en la búsqueda de su identidad. Las vías del tren pueden ser también esas escaleras para las personas que llegan a la ciudad escapando o buscando algo nuevo o ya conocido, para las personas que se van dejando atrás cosas importantes, o para las que se van sin dejar nada, para las personas que leen esperando el tren; y, sobre todo, para los lectores que contemplan el baile de trenes desde la lejanía, intuyendo, leyendo, imaginando y escapando.

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