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viernes, 26 de octubre de 2012

El lector perseguidor


El lector perseguidor

Ante el capítulo 7 de Rayuela, propongo un modelo de lector. Quién lee este texto se puede proyectar consciente o inconscientemente sobre el pasaje que se narra en el texto.

A este modelo de lector le atribuiría el tipo de “lector buscador o perseguidor”, el que conscientemente se quiere identificar con el yo poético del texto, el que quiere sentir eso que está leyendo, quiere ser el protagonista de su propia lectura, es decir, el lector quiere colocarse como principio generativo y activo de la interpretación del mismo texto. Para este tipo de lector no nos importará el sexo al que pertenece, ni la edad, ni la nacionalidad, ni la profesión, ni siquiera la clase social, aunque sí requiere poseer una habilidad asociativa y una gran capacidad de creación e imaginación, para que así pueda trasladarse a un mundo paralelo, de ficción, y protagonizar esa “historia” leída y tan anhelada que difícilmente la vivirá en su realidad. Por lo tanto, el lector, frente al capítulo 7, tiene que ser alguien que adore las sensaciones y acepte los sentimientos tal y cómo llegan, que no le importe profundizar en lo más hondo de su ser y que quiera por encima de todo sentir, da igual el tipo de sentimiento, pero el sentir le hace más vivo.

Creamos, a partir de esta tipología de lector, dos espacios. El primero de estos espacios lo llamaremos, para diferenciarlo del otro, espacio real. El espacio real es el lugar donde el lector se enfrenta al texto, el lugar donde el lector se centra en cada una de las palabras que ha escrito el autor. Situémonos en la ciudad de Granada para hablar de estos dos espacios. El lector, ante este texto, necesita estar tranquilo, relajado, concentrado en el texto, y así poder crear un mundo paralelo, un mundo inspirado gracias a la lectura. Olvidémonos del ruido, de los coches, de la contaminación, de la gente, sin embargo, se requiere un lugar al aire libre, debe ser un lugar donde el lector se sienta libre para dar rienda suelta a su imaginación. También nos interesa que ese lugar real sea alto, si el lugar es alto le permitirá al lector separarse de la realidad que tocan sus pies y estar más cerca del otro lugar, un lugar ficticio creado en su mente.
Encontré el sitio idóneo para este tipo de lector: San Miguel Alto




Así pues, el lector se dirige hacia San Miguel Alto. Se sitúa entre la muralla y las edificaciones, ahí, donde está la flecha roja, en la verde hierba. Allí se sienta y observa todo lo que le rodea. Ese sitio es propio para evadirse de la realidad. 

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